sábado, 25 de diciembre de 2010

El monumento más antiguo de Buenos Aires

Buenos Aires es una ciudad joven (históricamente hablando, claro está), pues no llega a 500 años de vida. Si tuviésemos que arriesgar una respuesta sobre cuál el monumento más antiguo que posee, podríamos aventurar hipótesis tales como el Cabildo, la vieja Aduana (que se encuentra debajo de la Casa de Gobierno), la Iglesia de San Ignacio (el templo más antiguo), etc. Y no estaría mal pensar así, si desconocemos que el monumento al que hacemos mención no sólo no fue construido en estas latitudes, sino que, además, tiene más de 2.000 años sobre la tierra.
En efecto, a mediados de la década de 1955, la Municipalidad de Roma donó una columna que extrajeron de las excavaciones que realizaban en donde se encontraba el Foro Romano (en este lugar se realizaban los intercambios comerciales, allí también se celebraban los actos políticos y judiciales, su importancia radica en que se encontraba en un lugar clave, en la encrucijada de las principales vías de la ciudad).
La columna romana de casi 1,90 metros de altura y 55 centímetros de díametro se emplazó, en principio, en Av. del Libertador y Luis María Campos, pero en septiembre de 1984 se decidió trasladarla a la más "apropiada" Plaza Italia, junto al enorme monumento al político y militar italiano Giussepe Garibaldi (réplica del erigido en Brescia, Italia).
Como cualquier monumento, en alguna época la columna tuvo su placa de bronce (tal como se ve en  la foto), que luego fue saqueada, como la mayoría de las placas que se encontraban diseminadas por Buenos Aires, para ser vendidas en el mercado negro y fundidas. Ella decía: "De la Ciudad de Roma a la Ciudad de Buenos Aires en simbólico testimonio de amistad fraternal". 
Un regalo muy valioso que pasa completamente inadvertido en uno de los lugares más concurridos de Buenos Aires, y que, además, no cuesta nada visitar.
Antiguo Foro Romano

domingo, 31 de octubre de 2010

La Noche de Brujas: historia y simbología más difundida

Ajeno a nuestras tradiciones, el festejo de la Noche de Brujas se viene desarrollando por estas tierras desde hace aproximadamente unas dos décadas. No obstante, es una costumbre que aún no ha logrado saltar los límites de la publicidad y la organización de fiestas en discos.
Los origenes de lo que hoy se ha transformado en una gran fiesta de disfraces globalizada distan de ser festivos, y se remontan unos 2.500 años en la historia. Para la tradición celta, el fin de año (Samhain) llegaba justo al final del verano (hacia el 31 de octubre), y coincidía con el fin de época de cosechas. Además, tal vez como una analogía de que el invierno les traería muchas dificultades, creían que esa noche los muertos volvían en busca de un cuerpo en el cual revivir. Es por esa razón que este pueblo pasaba esa noche a oscuras (para no llamar la atención de los espíritus) y "camuflados" con pieles (para que, en caso de ser encontrados, estos espíritus siguieran de largo al confundirlos con animales).
Como suele suceder cuando hay fusión de culturas, la conquista de la isla de Gran Bretaña por parte de los romanos hizo que éstos, poco a poco, comenzaran a celebrar esta tradición. En el siglo VII, el papa Bonifacio IV incorpora esta tradición al calendario oficial católico, pero en homenaje a todos los difuntos, el día 1 de noviembre.
Con el tiempo, vendría la denominación que hoy conocemos. Es sabido que el nombre "halloween" deriva de "all hallows eve" que significa lisa y llanamente "vísperas de todos los espíritus" (que deviene de "all hallows day" o "día de todos los espíritus").
La simbología
Halloween es una mezcla de tradiciones. Los disfraces son un derivado de las pieles con las que se camuflaban los antiguos celtas con el fin de pasar inadvertidos por los espíritus. La tradición moderna dicta que sólo se puede salir a la calle esta noche disfrazados con algo relacionado con la muerte, con el fin de engañar al espíritu que busca un cuerpo vivo para reencarnar.
Otro símbolo que ha tomado gran fama es el uso de la calabaza iluminada. Sin embargo, nada tiene que ver con el origen del mito, pues ya habíamos dicho que los antiguos celtas pasaban la noche a oscuras. Esta tradición deriva de otra leyenda celta que cuenta que un estafador irlandés se cruza en una taberna con el diablo, que intenta tomar su alma. Sin embargo, Jack (tal era el nombre) logra engañar al demonio en varias oportunidades, hasta que en la última le hace prometer que jamás se adueñaría de su alma. Conseguido el cometido, Jack sigue si vida hasta que, lógicamente, un día muere. En el cielo no es recibido por el tipo de vida que había llevado, y cuando va al infierno, tampoco puede permanecer allí dado que la promesa del diablo continuaba en pie. Es entonces que el demonio le ofrece un nabo ahuecado y pone allí un carbón infernal que jamás se apagará, para que vague por las tinieblas del "no mundo" eternamente. Cuando en 1845, una crisis económica de grandes proporciones expulsa a muchos irlandeses que viajan a Norteamérica en busca de un mejor futuro, cambian allí la tradición del nabo por la calabaza, pues al tener mayor tamaño, resulta más fácil de ahuecar para iluminarla. Cuando las dos costumbres se mezclan, la idea que se establece es que la calabaza protege la casa, pues si en cada una se coloca una calabaza iluminada en puertas y ventanas, se iluminaría el camino del espíritu para que continúe con su derrotero, sin ingresar en ningún hogar.
El "dulce o truco" también tiene un origen diferente al del Halloween. Se cuenta que en los siglos XVI y XVII se realizaba una persecusión sistemática contra los católicos. Eso llevó a que un grupo de católicos intentara matar al rey. Sin embargo, uno de ellos traicionó a sus compañeros (se dice que a fuerza de torturas) y todo el plan fue desbaratado. Cada aniversario de esa traición, grupos de luteranos paseaban por las calles inglesas con máscaras y se acercaban a las casas de los católicos en busca de algo de valor como una forma aterrorizarlos y chantajearlos por su silencio. Con el tiempo, esta costumbre (menos "simpática", por cierto) también se transformó y fue fagocitada por la festividad de Halloween.
La festividad como tal comenzó a tomar fuerzas en la década de 1920 en los Estados Unidos. Luego vendrían los programas de televisión y las películas de cine para proyectar la fiesta a todo el mundo. En nuestro país, recuerdo haber visto a fines de la década de 1980 las primeras publicidades de la marca Wrangler haciendo hincapié en la Noche de Brujas. La década menemista sería el momento propicio para que la fiesta se extendiera entre quienes querían vivir el Sueño Americano hasta en sus tradiciones... mientras otros vivían su propia película de terror, huyendo del desempleo y la miseria con más energía que la que pondrían para escarpar de Jason, Freddy Kruegger y demás monstruos del celuloide...

sábado, 23 de octubre de 2010

Conocer para hacer

No se puede gobernan con éxito si no se sabe a quiénes se gobierna. Para implementar las medidas de gobierno más acertadas, es condición sine qua non conocer las necesidades que atraviesa la población.
El primer censo en Buenos Aires lo llevó a cabo el virrey Juan José de Vertiz en 1778. Hay que tener en cuenta que la ciudad no existía con las dimensiones tal como la conocemos hoy. En ese año, la ciudad contaba con 24.754 habitantes.
Casi un siglo más tarde, y luego de varios conteos en distintas ciudades del interior, durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, se realizó el primer censo nacional.
Los argentinos eran por entonces 1.836.490, 71% de los cuales era analfabeto. Otros datos significativos son que el 75% de la población vivía en la pobreza, y que sólo el 5% era indígena...
A primera vista, este dato resulta llamativo, porque aún no se había llevado a cabo la campaña conocida como "conquista del desierto", que no era tan desierto si tenemos en cuenta que estaba habitado por sus pobladores originarios. Es más, creo que no se "conquista" un desierto, a lo sumo se lo "ocupa", pero ése es otro tema.
El porqué del porcentaje tan pequeño en la contabilización de los indígenas se responde cuando se explica que el censo "nacional" no tuvo en cuenta la zona de la patagonia ni la de las provincias de Formosa y Chaco, y parte de Santiago del Estero y norte de Santa Fe, territorios a los cuales se los calificó como "dominios indígenas".
Con los datos (parciales) en la mano, Sarmiento llevó a cabo su conocida política de fomento de la educación. Al finalizar su presidencia, 100.000 niños cursaban la escuela primaria.
Otro dato que resulta curioso es que sólo el 1% de la población era profesional. Si tenemos en cuenta que quienes gobernaban en aquella época eran los profesionales -según surge de las distintas biografías de los estadistas de fines del siglo XIX-, es fácil darse cuenta por qué se los denominaba "oligarquía" ("forma de gobierno en la cual el poder político es ejercido por un grupo minoritario" -definición del Diccionario de la RAE-). Con su política educativa, Sarmiento abriría las puertas a que cuatro décadas después gran cantidad de personas (ya educadas) aspiraran a cargos electivos, la ley Sáenz Peña (voto secreto, "universal" y obligatorio haría el resto).
Sin ningún lugar a dudas, el primer censo nacional tuvo la motivación de organizar las políticas de Estado en pos del bienestar de la población y el crecimiento del país. En 1960, se implementaría la obligación censal cada diez años, tan sólo como una muestra de la evolución de la sociedad en términos cuantitativos principalmente. En 2000, la crisis económica obligó a postergar un año la realización de la muestra por falta de fondos.
El censo realizado en 2001 arrojó un total de 36.260.130 habitantes. El siguiente cuadro muestra la evolución de la población (en cantidad) en los últimos 140 años:
En pocos días se llevará a cabo el décimo censo nacional, sin duda, otra oportunidad de conocer a fondo nuestra verdadera composición social. Bien utilizados, los datos que brinda un censo son la base sobre la que se deben estructurar las políticas de Estado de cara al futuro, tal como hizo Sarmiento. El censo poblacional en sí mismo no es una medida de gobierno desde el punto de vista partidista. El político que sepa leer las estadísticas será quien pueda capitalizar esos resultados. Los habitantes tenemos la obligación de responder la encuesta; los gobernantes, de hacer algo con esos datos que les proporcionamos.

viernes, 15 de octubre de 2010

Los otros mineros

El rescate de los 33 mineros que permanecieron atrapados a 700 metros de profundidad durante dos meses puso en boca de todos el tema de la minería.
El show mediático (casi proselitista) se destacó por la precisión milimétrica con la que se transmitió prácticamente 24 horas ininterrumpidas. Los mineros fueron saliendo de su largo encierro acicaladitos como quien participa de un reality, abrazaron al presidente, y el rating se disparaba a las nubes. El mundo estaba expectante, con los ojos puestos en Copiapó, ciudad minera de la III Región, Chile.
Sin embargo, la actividad minera esconde un costado nada espectacular y más aberrante, que debería avergonzarnos como género humano: la explotación infantil en los trabajos de minas.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), un millón y medio de niños y adolescentes trabajan en la minería artesanal, expuestos a riesgos tales como explosiones, derrumbes, silicosis (enfermedad típica de la minería provocada por la aspiración del polvo de sílice), intoxicación con sustancias como mercurio, cianuro, dióxido de azufre, etc.
Los niños comienzan a trabajar en al actividad minera informal a los 6 años, debido a que los ayuda su tamaño. Según el informe "Niños que trabajan en la minería artesanal de oro en el Perú" (publicado por el Programa para al erradicación del trabajo infantil de la OIT), "los niños apoyan al padre extrayendo el mineral de los socavones, que son reducidas galerías de 90 cm de altura". Además, el informe citado denuncia que las autoridades "invisibilizan" el trabajo infantil, al cual en el mejor de los casos califican como "ayuda eventual".
Guillermo Dema, coordinador subregional del Programa mencionado, explicó que "América Central no es ajena a este problema. En Guatemala, niños y niñas han sido detectados, en canteras, arrastrando cargas pesadas, respirando partículas contaminantes y utilizando peligrosas herramientas y equipos para el triturado de piedras y minerales. Mientras que en países como Nicaragua, por ejemplo, se observan confinados en la oscuridad de estrechos túneles niños, niñas y adolescentes que laboran largas jornadas expuestos a graves accidentes que afectan su seguridad y su salud".
Por su parte, el portal Kindernothilfe cuenta la historia de Miguel (un niño que trabaja en las minas de Cerro Rico, Bolivia). Desde sus adultos 11 años, el pequeño relata que "la temperatura en los túneles alcanza casi 40 grados, a veces no puedo respirar". Cuenta también que su colación son dos rodajas de pan y una botella de agua para racionar a lo largo de las diez horas de trabajo diario.
Obviamente, América Latina no es territorio exclusivo de la explotación infantil. Y en lo que se refiere a la minería, las excavaciones de oro en Costa de Marfil, las minas en Nepal, la búsqueda de piedras preciosas en Tanzania, las canteras de piedra en la India y de carbón en Mongolia son sólo unos pocos ejemplos de lugares donde la explotación minera infantil se desarrolla día a día, mientras el mundo mira expectante a los 33 héroes de la mina San José (Chile).
Como muestra de la peligrosidad de esta actividad, se puede remarcar que ayer estalló una mina de carbón en China y se produjo un derrumbe en una de Ecuador. El diario español El País revela que "alrededor de 3.000 trabajadores mueren por año (unas 60 por semana) en las minas chinas...". En principio, los mineros chinos no tuvieron tanta "suerte" como los chilenos, pues se habla de al menos 20 víctimas fatales, y de los ecuatorianos se esperan aún señales de vida... la incógnita a revelar es: ¿habrá habido niños trabajando en estos lugares?

lunes, 11 de octubre de 2010

¿Qué ves cuando me ves?

Uno de los trucos publicitarios por excelencia es el conocido como "mensaje subliminal". El Diccionario de la Real Academia Española define como "subliminal" al estímulo que "por su debilidad o brevedad no es percibido conscientemente, pero influye en la conducta". O sea, una parte de nuestro cerebro capta esa imagen (o descifra ese mensaje), aunque nosotros no nos demos cuenta. La pregunta del millón es: ¿en qué grado puede influenciar en una persona un dibujo o mensaje "oculto"? Probablemente, todos hayamos escuchado hablar del hombre desnudo que se encuentra "escondido" en el camello del atado de cigarrillos. Y también es probable que a ningún adulto le genere algún tipo de interés o morbo dicha imagen; no obstante, entre adolescentes la cosa cambia. Recuerdo que cuando estaba en los primeros años de la adolescencia, el tema generó "debates" en muchos ámbitos (escuela, familia, amigos), todos ligando el hecho a "las tentaciones del sexo". Mientras se hacía foco en el sexo, la empresa había logrado su objetivo, que no era ni más ni menos que poner un paquete de cigarrillos en manos de personas que están ávidas por hacerse adultos, por vivir nuevas experiencias, por probar nuevas sensaciones... como prender un cigarrillo. ¿Y el sexo? ¿Y el hombre desnudo que tanto le quitaba el sueño a los adultos? Bien, gracias. Que la publicidad subliminal existe no es ninguna novedad. Tampoco debería serlo que lo que busca es vender, instalar una idea pero con respecto a su producto. La idea es que la gente pueda descubrir estos "pequeños mensajes para algunos pocos elegidos", y de esta forma, habrá logrado instalar el tema y la marca. La gente hará el resto. En muchos casos, no pasa de un simple juego para ojos entrenados. Por ejemplo, buscando ilustraciones en la web, encontré un caso (no lo descubrí yo) cuyo mayor mensaje podría ser "si hay juegos violentos y tu prefieres éste...". En la ilustración siguiente se puede ver que algunas de las letras del juego están destacadas con una "estrellita" o "brillo": U-R-M-R-G-A-Y. Si queremos hilar fino, en inglés se apocopa you are con las letras u (cuyo nombre suena iu) y r (ar), y esto significa "tu eres". Las siguientes letras M-R no serían otra cosa que Mr (señor), y las tres restantes... no necesitan mucha explicación. Ergo, "si hay juegos violentos y tu prefieres éste, tu eres Mr. gay". Pero... ¿por qué una empresa querría decirle eso a su cliente? Otra teoría publicitaria es que nada vende más que el sexo. Entonces, pongamos sexo en donde se pueda... ¿y en donde no se pueda? También. Son muchísimos los casos en donde se cuela una imagen, en algunos de ellos, demasiado rebuscada. Aunque dudo de que el mensaje esté ligado al sexo en sí (como en el caso del cigarrillo), sino más bien que éste es el anzuelo para que nuestra mente recuerde el aviso, y principalmente la marca. Y no olvidemos la mejor vía publicitaria del mundo: el boca a boca. "¿Viste lo que esconde el aviso de 'xx'?", esta frase servirá para que lo busquemos por cielo y tierra, y ser así del grupo de los "elegidos"; comprobado el mensaje oculto, seremos nosotros mismos quienes repliquemos la pregunta entre nuestros conocidos. Supongo que, hoy en día, no debe tan efectivo el hecho de "esconder" mensajes sexuales en las publicidades y películas, pues ya se ha vuelto tan explícito todo que imagino que no generaría el impacto que podría haber causado hace un par de décadas. No obstante ejemplos sobran, y en youtube existen muchísimos (algunos muy exagerados, otros demasiado contaminados por la ideología religiosa, y otros más bastante "improbables"). Sin embargo, todos ellos interesantes, pero sin duda para verlos con ojo crítico.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Un "cacho" de cultura... revanchista

En el principio fue la confrontación. Así podría comenzar un relato de los planteos maniqueístas que se vienen desarrollando en la Argentina desde sus orígenes: morenistas o saavedristas, unitarios o federales, conservadores o radicales, oligarcas u obreros, peronistas o antiperonistas, azules o colorados, y siguen los ejemplos hasta nuestros días.
Uno de esos enfrentamientos es el responsable de que la Biblioteca Nacional haya sido contruida en el predio de la calle Agüero al 2500.
La historia se remonta a inicios del siglo XIX. La exclusiva zona en la que hoy en día se encuentra el edificio no era más que las afueras de la aldea en la que se desarrollaba la vida. El río dibujaba la costa a pocos metros de allí, y se utilizaban esos terrenos como depósito de basura. La población fue creciendo, y Buenos Aires se fue expandiendo. Mariano Saavedra (el hijo de Cornelio) edificó allí una vivienda, y parquizó el terreno circundante. Años más tarde, vendería el lugar a Mariano Unzué, quien construiría allí una mansión de estilo afrancesado, de última moda por aquellos tiempos para las famlias acaudaladas.
Pasaron los años y con ellos el apogeo de la "aristocracia" porteña. La crisis de 1930 provocó que las deudas impositivas de las familias ganaderas se incrementaran, hasta que el gobierno decidió poner en marcha un plan de expropiación de bienes para cubrir el déficit recaudatorio.
Fue así que muchos palacetes de la ciudad de Buenos Aires pasaron a manos del Estado durante de la década del '30. El diputado socialista Enrique Dickman denunció la medida como una forma encubierta de "salvación económica de las familias en crisis" (¿qué hubiera dicho este buen hombre cuando Cavallo -como presidente del Banco Central- estatizó las millonarias deudas privadas, salvando a empresarios de la quiebra, y quebrando a todo un país en 1982?). Muchas mansiones, entonces, se convirtieron en sedes diplomáticas, otras se destinaron a dependencias del Estado, y el palacio Unzué se transformó en residencia presidencial. Sin embargo, fue Juan Domingo Perón el primero y único mandatario que vivió con continuidad en el edificio.
Sólo esto bastó para que la mansión fuese tomada como símbolo del gobierno peronista. Fue en las paredes circundantes a la casona que alguien escribió hacia 1952 "viva el cáncer", mientras la primera dama, María Eva Duarte de Perón, agonizaba en el dormitorio principal ubicado en el primer piso.
Perón continuó ocupando la residencia hasta que la "Revolución Libertadora" lo derrocó en 1955. Caído el régimen populista, el nuevo gobierno se encargó de destruir todo lo que estuviera a su alcance que pudiera hacer recordar a su antecesor. Y el palacio Unzué (enero de 1958) no fue una excepción.
En 1960, mediante una ley del Congreso, se decide destinar el predio a la construcción de la Biblioteca Nacional. Es posible que la idea subyacente haya sido una respuesta al viejo eslogan peronista de "alpargatas sí, libros no"... ¿quién había ganado la batalla después de todo?, pensarían.
Reflexiona Alicia Dujovne Ortiz: "A la caída del régimen, en 1955, la Revolución Libertadora mandó demoler la noble morada hasta borrar los últimos vestigios, para que, en el futuro, ningún presidente argentino durmiera bajo el techo que había cobijado la vergüenza. [...] El sentido estaba claro: erigir, en el mismo sitio que se había refugiado la ignorancia, el símbolo de la cultura" (Dujovne Ortiz, Eva Perón. La biografía, Aguilar, 1995).
Sin embargo, no todo fue tan sencillo, y mucho menos rápido. La batalla contra los fantasmas de un pasado que no les era ajeno no concluyó con las diferentes decisiones administrativas, porque como suele suceder en la Argentina, todo lleva más tiempo del planificado, y mucho más si participa la política. Desde el dictado de la ley 12.351 hasta la elección de la propuesta arquitectónica (a cargo de Clorindo Testa) pasaron diez años. Y tendrían que transcurrir veintidós años más hasta que el edificio fuese inaugurado (1992).
La confrontación entre peronistas y antiperonistas redactaba, de esta forma, un capítulo más de una novela en la que sus protagonistas viven empantanados en una guerra que no conduce a ningún final feliz, aunque eso pareciera no importarles.

domingo, 19 de septiembre de 2010

La Confitería Munich de Costanera Sur

Es sabido que a fines del siglo XIX y principios del XX, Mar del Plata era un lugar exclusivo donde la aristocracia viajaba de veraneo. Las otras clases sociales debían conformarse con las costas del Río de la Plata, que -justo es decirlo- no estaban contaminadas. En 1916, asume la presidencia Hipólito Yrigoyen, un hombre que, a diferencia de sus antecesores, centró sus políticas más en el "pueblo" que en la "oligarquía". Una de sus medidas fue dotar de un lugar de esparcimiento estival a la gran cantidad de personas que no podía viajar a la costa.
Inaugurado el balneario municipal (1918), el intendente de Buenos Aires se encontró con un problema, los puestos callejeros de comida habían proliferado de manera alarmante (nada nuevo bajo el sol). Sin embargo, a diferencia de las políticas permisivas de hoy en día, en ese momento se concesionaron distintos lotes para la construcción de un polo gastronómico, al tiempo que se prohibía la venta de alimentos en lugares no habilitados.
Es así como en uno de los lotes, el arquitecto croata Andrés Kálnay construyó en 1927 en tiempo récord (cuatro meses y ocho días, ¡y sin paredes de durlock!) el edificio que albergaría a la Confitería Munich, en estilo art decó (lo más top de la época) fusionado con el purismo checo y las líneas de la Escuela de Viena.
Kálnay (foto, posando en una de las galerías laterales) no sólo se ocupó de la idea y los trazos generales de la construcción de este "palacio" de forma levemente piramidal y escalonada, sino que también en ese mismo lapso ideó los vitrales, las molderías y todo tipo de detalle, como el diseño de la vajilla.
La Confitería también fue conocida como "La Cervecería Munich" dado que su especialidad eran las comidas y las bebidas alemanas, aunque la cerveza que se sirviera no fuese importada, sino proveniente de la zona de Quilmes.
A diferencia de lo podría haber sido la idea original, poco tardó el lugar en convertirse en un sitio exclusivo. La Munich de Costanera Sur fue el punto de encuentro de grandes personalidades de la época (Yrigoyen, Marcelo T. de Alvear, Alfonsina Storni, Belisario Roldán, etc.), lo cual ayudó a que fuese adquiriendo prestigio. Paralelamente, el balneario municipal pasó de moda, y hacia la década del '50 la movida del verano se fue mudando al parque-balneario La Salada, mientras que el gobierno del general Perón ya se había encargado de construir el complejo de Chapadmalal, para popularizar el veraneo en la costa del Mar Argentino bonaerense.
Hacia los años '60, el carácter "exclusivista" de la Confitería se acentuó de tal manera, que una cena para dos personas podía llegar a costar tanto dinero como el 25% del sueldo de un obrero. De hecho, en aquella época en que el noviazgo "con todas las de la ley" era tan importante, era común que los muchachos (los que podían ahorrar, claro está) invitaran a una chica en la primera cita a tomar el té en La Munich, como señal de que buscaban algo "serio".
Los embates de la política argentina también se colaron en la vida de la confitería, y cuando la violencia comenzó a ser moneda corriente, la zona portuaria fue blanco de un par de atentados, lo que motivó el virtual cierre de la zona. Es decir, se podía acceder, pero previo "interrogatorio" y exhibición de documentos. De más está decir que esta medida minó el desarrollo del restorán, y poco a poco fue marchitándose frente a ese río que lo había visto nacer.
En la década del '70 cerró definitivamente, y el edificio quedó abandonado. Poco a poco, fue saqueado, y con el paso del tiempo, fue ocupado por quienes no tenían dónde dormir.
La dictadura asumida en 1976 se debatió entre derrumbar la obra de Kálnay o reciclarla con otro fin, fue así que a principios de 1980 se instala en el lugar el Museo de Telecomunicaciones a cargo de la empresa estatal ENTeL. Algunos de los vitrales con motivos alemanes fueron desarmados y puestos en su lugar otros con ilustraciones de satélites y antenas, que en la actualidad le dan un toque bizarro a algunas aberturas. En 2002, el Gobierno de la Ciudad recuperó el edificio, e instaló allí la Dirección de Museos. Si bien la construcción se encuentra ampliamente desaprovechada, al menos hoy en día se la puede recorrer, y admirar lo que queda de la obra de aquel arquitecto tan perfeccionista que no dejó nada librado al azar. Todo tiene una simbología, cada dibujo en las baldosas, cada moldura, todo tiene una explicación. Tal vez sea este detalle lo que salvó a la ex Confitería Munich de caer abatida por el paso de la historia.
Vista de la terraza con el VIP al aire libre (izquierda). Imágen del VIP circular en la que se pueden apreciar los vitrales. Las puertas corredizas permitían cerrar el lugar a miradas indiscretas de adentro, y abrir el pequeño balcón con vista al río (centro). Moldura del exterior. El búho parado sobre una jarra volcada de cerveza, a los pies del hombre (que tiene un libro en su mano como señal de que es alguien instruido), representa la sabiduría de dejar de beber a tiempo (derecha).

viernes, 10 de septiembre de 2010

Tentadora y peligrosa

No existe fruta en todo el mundo, que haya sufrido una campaña de desprestigio como la que viene soportando la manzana desde tiempos inmemoriales. Símbolo inindiscutido de la tentación, este fruto ha sido sindicado, por ejemplo, como responsable indirecto de una mítica guerra.
Es que en aquellos tiempos en que los dioses vivían en el Olimpo, se celebró la boda de Peleo y Tetis. Se realizó, pues, una gran fiesta a la que no fue invitada la diosa Eris, famosa por generar siempre discrepancias entre quienes la rodeaban. Llena de furia por no haber sido parte del convite, Eris se presentó en la boda dispuesta a hacer de las suyas (cualquier similitud con el inicio de La bella durmiente no es pura coincidencia). No obstante, lejos de armar un escándalo ella misma, y hábil en el arte de la discordia, Eris sólo tuvo que depositar sobre la mesa una manzana de oro, que tenía tallada la inscripción "Kallisti" (que significa "para la más bella"). Sólo eso fue suficiente... es que alrededor de dicha mesa se encontraban las diosas Hera, Afrodita y Atenea, quienes en seguida se adjudicaron la pertenencia del fruto dorado.
Como no se ponían de acuerdo, ya que las tres presentaban argumentos igualmente válidos, decidieron acudir a Zeus, para que zanjara en la disputa. Obviamente, Zeus no era el dios de dioses por nada, y decidió no ser parte de la pelea femenina. Sin embargo, eligió al príncipe troyano Paris, para que oficiara de juez en el litigio, confiado de que haría la elección más imparcial posible.
Conocida la decisión de Zeus, las diosas fueron al encuentro de Paris para que ofreciera su veredicto. Ante la imposibilidad del muchacho de elegir, las diosas decidieron tentar al joven con otras cosas para conseguir ser distinguidas con la dorada manzana de la discordia.
Hera, esposa de Zeus, le ofreció -si era elegida- todo el poder que pudiera desear. Por su parte, Atenea, diosa de la sabiduría y de la guerra, tentó al príncipe con la invencibilidad en las guerras (otras versiones del mito hablan de una sabiduría sin límites). Y Afrodita, la diosa del amor, le prometió al muchacho el corazón de la mortal más bella del mundo... Helena. Paris no dudó demasiado, y optó por entregarle la manzana de oro a Afrodita.
Fue así que Paris raptó a Helena y la llevó a su ciudad, Troya, para vivir con ella allí felices por siempre... claro que ninguna de las diosas le había ofrecido la felicidad, y él no contó con que el marido legítimo de Helena (Menelao, rey de Esparta) quisiera recuperar a su esposa. Lo que sigue, es bien conocido: la guerra de Troya, los diez años de sitio, y la leyenda del Caballo.
Volviendo a la manzana, cuentan los redactores de la Biblia que a Adán y Eva se les prohibió comer el fruto del "árbol de la ciencia del bien y el mal" (el del conocimiento), pero jamás menciona a la manzana como tal, aunque en algún momento de la historia se decidió que fuera éste el "fruto prohibido" que alejó a Adán y Eva del Paraíso (menuda responsabilidad le endilgaron...).
Más tarde, llegarían los cuentos de hadas, los cuales recogerían el guante y continuarían en esta especie de "operación de prensa" contra la pobre manzana. Tal vez el más conocido de ellos sea Blancanieves y los 7 enanos, donde esta fruta se convierte otra vez en objeto de tentación y tragedia.
Según el psiquiatra Bruno Bettelheim (Psicoanálisis de los cuentos de hadas, págs. 219 y 220), "en numerosos mitos, así como en los cuentos de hadas, la manzana simboliza el amor y el sexo, tanto en su aspecto positivo como peligroso [...]. Aunque Eva fuera seducida por la masculinidad del macho, representada por la serpiente, esta última no podía hacerlo todo por sí sola: necesitaba la manzana, que en la iconografía religiosa simboliza, también, el pecho materno. [...] En la historia de 'Blancanieves'... lo que dicha fruta simboliza es algo que la madre y la hija tienen en común y que yace a nivel incluso más profundo que los celos que sienten la una de la otra: sus maduros deseos sexuales".
Abundan los ejemplos en que la manzana se convierte en protagonista central de diferentes historias, sin embargo, no quiero caer en la tentación de hacer un listado detallado y aburrido de ellos. Al fin y al cabo, todos sabemos que para muestra, basta un botón... o, mejor dicho, en este caso, un mordisco.
Ilustración: "El juicio de Paris", de Rubens (circa 1639), Museo del Prado, Madrid.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Una (breve) historia de película

Las películas de cine han captado la atención y admiración de millones de personas, desde su nacimiento en 1895. Nuestro país no se mantuvo al margen, y prefirió no ser un espectador más de ese nuevo desafío que se presentaba en el mundo del entretenimiento. Hacia fines del siglo XIX, Buenos Aires miraba con avidez a su modelo más querido, Europa, y no tardó en traer a estas latitudes la sorprendente atracción de las imágenes en movimiento. Sólo unos meses después de la proyección original de los hermanos Lumière en el Viejo Continente, se realizó en el Teatro Odeón la primera función en la ciudad (18 de julio de 1896). Algunos investigadores sostienen que no fue ésta la primera proyección en Buenos Aires, sino que el 6 de julio de 1896 se realizó en Florida 344 la exhibición de imágenes en movimiento realizadas por la competencia británica de los Lumière, la Escuela de Brighton.
Más allá de la divergencia, lo importante es el éxito que tuvo la iniciativa, pues abriría la puerta a una industria que alcanzaría con el correr de los años los máximos galardones mundiales por su calidad.
Hacia 1900 se inauguró la primera sala de cine porteña, el Cinematógrafo Nacional, ubicada en Maipú 471. En ese mismo año, abrieron sus puertas dos salas más en la ciudad, lo cual demuestra la aceptación que tuvo en el público de inicios del siglo XX. Las películas, en esa época, eran proyecciones cortas de determinados acontecimientos, como por ejemplo, la llegada del presidente brasileño Campos Salles a la Argentina, o imágenes tomadas en un parque de diversiones en el barrio de Flores. También era común que las salas contaran con un piano para musicalizar en vivo las imágenes (en algunos festivales de cine suelen proyectarse películas mudas con música en vivo, una experiencia por demás interesante para los amantes del cine).
En 1911, apareció la primera sala en la calle Lavalle, inaugurando una zona que llegaría a su máximo esplendor en las décadas del '70 y '80, para luego comenzar a desaparecer y transformarse en galerías o templos evangelistas. Hacia 1913, las crónicas de la época hablan de Lavalle como "la calle de los cines" y "nuestro Broadway".
Como suele suceder en estos casos, la Primera Guerra Mundial provocó la merma del material que llegaba desde el extranjero, lo que redundó en un incremento de la industria nacional. En diciembre de 1914, se estrena en el Teatro Colón el filme Amalia, que es el primer largometraje que admiró el público argentino. En 1915, se estrena Nobleza gaucha, que se convirtió en el primer largometraje exitoso de la industria nacional.
El cine Real (Esmeralda 425) que abrió sus puertas en 1915, contó con el privilegio de ser la sala que el 27 de abril de 1933 estrenara la primera película sonora del cine argentino: Tango. En realidad es la primera sonora sin discos, pues desde la orquesta en vivo, la industria fue probando distintas maneras de agregar sonido sincronizado con las imágenes. La primera película en la historia fue El cantor de jazz (1927), cuyo sonido venía en discos de pasta, sin embargo, para cuando llegó a la Argentina, este sistema ya había caído en desuso.
Pasaron los años y la industria crecía sin parar. Llegaron los grandes estudios de filmación (Lumiton, Argentina Sonofilm, etc.) y con ellos una época de esplendor del cine nacional, con estrellas de la talla de Luis Sandrini, Tita Merello, Delia Garcés, Enrique Muiño, Sabrina Olmos, etc.). En auge de la industria se hace más pronunciado en la década del '40 debido a la Segunda Guerra Mundial. Comienza la etapa de las películas conocidas como "de las divas del teléfono blanco", pues en todas las cintas aparecía un aparato telefónico de este color. En 1946, se estrenó El ángel desnudo en el cine Ópera, en la que Olga Zubarry realizó el primer desnudo de la historia del cine nacional. De más está decir el revuelo que causó en la época, y como no puede ser de otra manera, el escándalo estuvo acompañado de un rotundo éxito.
La tecnología siguió avanzando y masificándose: llega la televisión. El cine, entonces, tiene que buscar la forma de no perder público. Hacia mediados de los años '50 se ensancha la pantalla (CinemaScope) y llegan los primeros ensayos del cine en tres dimensiones.
En la década del '60 se comienza a mirar al público infantil como nicho de mercado, y en 1965 se destina el cine Los Ángeles (Corrientes casi esquina Callao, inaugurado en 1947) a la proyección de la obra de Disney. La sala, de 1.400 butacas, fue la primera en todo el mundo en estar dedicada exclusivamente a la obra de Walt Disney. Hoy es una multisala mutilada por una cadena de fast food.
Las crisis económicas y, nuevamente, la masificación de los avances tecnológicos atentaron otra vez contra la industria. Muchísimas salas cerraron, y otras se vendieron a las grandes cadenas extranjeras, que construyeron cines más pequeños pero con mayor tecnología. Hoy en día se va creciendo la cantidad de películas 3D para hacer frente a la piratería que pone a la venta los dvd de las películas antes de que se estrenen. Y hasta tiene Buenos Aires un espacio en el cual se puede cenar mientras se ve una película.
La industria cinematográfica ha demostrado con creces su capacidad para adaptarse a los cambios que se van produciendo en el mercado. Y es esa misma tecnología que le va quitando público al mejorar las condiciones caseras para ver películas (como el home theatre, los LCD de cada vez más pulgadas y mejor imagen y el Blue Ray) la que también le aporta soluciones para que la gran fábrica de sueños nos ofrezca ilusiones cada vez más reales. No podemos hablar de un "The End", pues es obvio que esta historia continuará...

sábado, 28 de agosto de 2010

Mate y anarquismo

¿Quién no ha tomado unos mates o un café con leche acompañado de alguna factura? Estas masas forman parte de la mesa de cualquier desayuno (argentino, al menos). Sin embargo, la cotidaneidad hace que muchas veces no reparemos en el detalle de sus nombres y formas, que resultan, cuanto menos, curiosos.
No es ninguna novedad que el anarquismo está en contra de cualquier tipo de autoridad (política, policial, religiosa, etc.). Hacia finales del siglo XVIII, los panaderos conformaban un gremio liderado por anarquistas. Más allá de las grandes huelgas en pos de una jornada de trabajo en condiciones humanas y salario digno, el gremio liderado por el italiano Enrrico Malatesta no vio mejor forma de lucha que la burla y el sarcasmo volcado sobre sus "enemigos", por lo que bautizaron a las distintas masas que vendían en sus locales con denominaciones como "bolas de fraile", "suspiro de monjas", "sacramentos", "vigilantes", "cañoncitos de dulce de leche", "bombas de crema", etcétera. Y hasta los locales tomaron nombres como "El Cañón", que nada tiene que ver con el trigo, la masa o el pan, y que no resistirían ninguna explicación (fuera de la expuesta). Mucho después vinieron los atentados (no de manos de los panaderos, pero sí de los anarquistas), como el que sufriera el jefe de Policía Ramón Falcón. Pero sin dudas, la lucha anarquista pacífica e irónica de finales del siglo XVIII fue la que trascendió los años y, aunque cueste creerlo, se instala en nuestras mesas cada mañana. Nada originales... Sin embargo, la idea de los panaderos de mofarse de los enemigos no era nueva. Existen varias "leyendas" sobre por qué la medialuna tiene esa forma, y si bien varían sobre años y protagonistas, lo cierto es que todas confluyen en que fue una masa preparada especialmente para festejar la derrota del ejército turco, cuyo avance sobre Europa fue repelido en las puertas de Viena. Obviamente, la idea era comerse el símbolo que representaba a los otomanos, el que mostraban orgullosos en sus banderas y estandartes: la medialuna (del francés croissant, que en castellano significa "creciente", como la fase de la luna).

domingo, 22 de agosto de 2010

Pasaje Rivarola: la calle espejo

Caminar por la ciudad de Buenos Aires puede ser una experiencia interesante. Rincones curiosos, lugares históricos y con historia, y obras de arte nos esperan a la vuelta de la esquina, aunque -también hay que remarcarlo- no siempre están al alcance del ojo distraído o apurado.
Por caso, en la zona de Tribunales se encuentra el Pasaje Rivarola, de una cuadra de largo, que a simple vista no ofrece nada llamativo para quien lo transite.
En 1924, los ingenieros Petersen, Thiele y Cruz, comenzaron a construir esta calle que se extiende entre Bartolomé Mitre y Juan D. Perón, ambas a la altura del 1300, y cuya notoriedad la aporta el hecho de que una de sus veredas se refleja (o se reflejaba, en su momento) a la perfección sobre la otra. Un juego de simetrías por demás interesante, que se vuelve más obvio al mirar las cuatro cúpulas que custodian las entradas del pasaje.
En un principio, los ocho edificios de cinco pisos cada uno fueron pensados para departamentos de renta, a cargo de la Aseguradora La Rural (que en esa época le dio nombre al pasaje). En su interior, las construcciones también guardan simetría, y eso puede verse en sus halls de entrada. En 1948, la ley de propiedad horizontal daría la posibilidad de compra a los inquilinos, y en 1957, el pasaje tomaría el nombre de Rodolfo Rivarola, un intelectual de la Generación del '80.
A lo largo de esta cuadra, elegida numerosas veces como locación para la filmación de películas y publicidades, pueden visitarse un local especializado en reparación en antiguos relojes de bolsillo, una librería, y una galería de arte.
En la actualidad, la simetría perdió perfección debido, entre otras cosas, a la colocación de equipos de acondicionadores de aire; sin embargo, este hecho no rompe del todo la magia. Tal vez haría falta transformarlo en un pasaje peatonal, para que se pueda apreciar mejor su gracia.
El Pasaje Rivarola es una callecita de Buenos Aires con un qué se yo, que los amantes de la arquitectura neoclásica francesa no pueden dejar de recorrer.
Foto de la década del '20, que permite ver la simetría del pasaje recién construido.

lunes, 16 de agosto de 2010

El amor es más fuerte

Puede decirse sin ningún tipo de duda que Romeo y Julieta es la historia de amor por antonomasia. Las desventuras de los "amantes de Verona" se replicaron desde su publicación millones de veces, dando a luz a los relatos más variados. Los jóvenes que desafiaron los mandatos de dos familias enfrentadas a muerte (los Montesco y los Capuleto) para poder construir su propia historia fueron tomados como base de cuanta novela se publicó en todos los rincones del mundo.
Sin embargo, y a pesar de lo que al menos yo suponía, la obra de teatro de William Shakespeare no es original. Leyendo Las Metamorfosis, de Ovidio, encontré un mito que bien podría haber dado inicio a la historia de estos amantes que pagaron con su vida la desobediencia al poder impuesto. Cuenta el poeta latino Publio Ovidio Nason: "Píramo y Tisbe, el uno el más bello de los jóvenes; la otra, la más admirada de las doncellas que el Oriente tuvo, vivían en unas casas contiguas [...] los dos se abrasaron en una misma pasión que se apoderó de sus corazones, cosa que los padres no pudieron impedir". Cuenta el mito que se dividió la ciudad con una pared para evitar que los jóvenes se vieran, se hablaran, se amaran. Cierto día, Píramo y Tisbe descubren una ligera grieta en el muro, y por allí comenzaron a comunicarse. "Entonces, con un pequeño susurro deciden que en el silencio de la noche intentarán burlar a los guardianes y salir por las puertas y, luego de hallarse fuera de sus casas, abandonar también la ciudad". Sale primero Tisbe, ocultando su rostro, y llega antes de tiempo al punto de encuentro que habían fijado. La doncella de Babilonia ve entre las tinieblas de la noche una leona "con sus fauces espumeantes, teñidas aún con la sangre de los bueyes que acababa de devorar". La joven decide ponerse a salvo, y huye a ocultarse, pero pierde en su camino el velo con el que se cubrió para no ser reconocida. El animal encuentra el velo, y lo desgarra con su boca ensangrentada. Cuando llega Píramo, ve las huellas del felino y el velo ensangrentado, y sumido en el dolor de la pérdida que cree que ha sufrido, promete: "La misma noche será la muerte de los dos enamorados"... toma el velo y debajo del árbol donde debían encontrarse, dice "recibe ahora también mi sangre que sacará mi mano", y se hunde en un costado un hierro. Tisbe regresa, y encuentra a su amado muerto, llora y decide seguir los pasos de Píramo, y bajo el árbol se lamenta: "¡Oh! Desdichado. Tu mano y el amor te han matado. Yo tengo también una mano fuerte para esto y un amor. [...] Y tu, árbol, que cubres con tus ramas el infortunado cuerpo de uno, aunque pronto cubrirás los dos, conserva las señales de nuestra muerte, produce ya siempre frutos oscuros en señal de duelo, para atestiguar que dos enamorados te rociaron con su sangre", y dicho esto se quita la vida. El mito cuenta así el origen del color de las moras, pues éste era el árbol en cuestión. Las coincidencias son muchas. Píramo y Tisbe rencarnan en Romeo y Julieta, y desde ese momento, gracias a la genial pluma del poeta inglés, se proyectan a través de los siglos, transformándose en iconos del amor profundo, capaz de vencer a la muerte. Píramo, Tisbe, la leona y el árbol de moras, en un fresco encontrado en la ciudad de Pompeya.