sábado, 12 de enero de 2013

Crónica de un terremoto anunciado (Sevilla, 1504)


Nadie discute en pleno siglo XXI que el planeta Tierra está recubierto con placas tectónicas que se encuentran en constante movimiento, ni desconocemos cómo se generan esos desplazamientos, comúnmente conocidos como terremotos. Sabemos también que se han producido desde hace millones de años, aunque son pocas las crónicas detalladas que existen de estos fenómenos en la Antigüedad, ya sea por falta de medios para registrarlas o porque el paso del tiempo se ha encargado de destruirlas.

Portadilla del libro.
Navegando en la Web, di con un libro llamado “Historia de Sevilla” (que data de 1587), y que ha sido digitalizado por Google. Allí, su autor, Alonso Morgado, autodenominado “indigno sacerdote”, recoge el testimonio de un pergamino guardado en la “Sancta Iglesia Mayor” de Sevilla, en el cual se relata un seísmo producido en esta provincia española en 1504 (el epicentro fue la ciudad de Carmona, distante a 28 km de Sevilla).

Resulta muy interesante la crónica del suceso y la reacción de los pobladores. Bajo el título “Terrible y espantoso terremoto y temblor de tierra en Sevilla, y en otras muchas partes, y alrededores de su Comarca”, comienza citando Morgado que: “En el año del Señor de mil y quinientos y quatro, en la Indicion septima, en la ciudad de Sevilla, Viernes Sancto, cinco dias de Abril, casi a la hora de Tercia después de salido el Sol, como a las nueve del dia. Siendo Sumo Pontifice Iulio Segundo, y Arçobispo de Sevilla Don Iuan de Çuñiga Maestre, que fue de la Orden, y Cavalleria de Alcantara, y agora es Presbitero Cardenal Titulo de Sancta Anastasia. Y reynando en las Españas, en Sicilia, y en Cerdeña los Christianissimos Reyes Don Fernando, y Doña Isabel, quando el Clero, y todo el Pueblo estavan en los divinos oficios en esta, y en todas las de mas Iglesias, y Monasterios desta dicha ciudad, y el Cielo claro y sereno, se vio repentinamente, levantarse vn tan cruel, y terrible Terremoto, que estremeció toda la ciudad. Y de tal manera, se vieron remover, y temblar todos sus edificios de Templos, y de casas, como si verdaderamente estuvieran pendientes en el ayre”.

Continúa el cronista describiendo: “Andavan assi hombres, como mugeres assombrados, atonitos, y fuera de si, y llenos de vn divino temor por la muerte, que vian al ojo. Y hiriendo sus pechos con grandes clamores, llamavan a Dios, y a la benditissima virgen sancta Maria su madre preciosa, invocando su misericordia, y divino favor”.

El comportamiento de los animales también fue reflejado en aquel pergamino: “Por otra parte los atemorizavan del todo los temerosos, y dissonantes bramidos de las Bestias, y Animalias, los tristes balidos de las Ovejas, y los aullidos de los Perros. Las Lechuzas, y las de mas Aves nocturnas desamparando sus nidos, y covachas, se vian andar contra su naturaleza, rebolando en medio del dia”.

Continúa Morgado contando que el pergamino señala que el río también tuvo su protagonismo, pues: “el rio Guadalquivir con sus Naos, y toda su Flota se vio diferentes vezes tan fuera de madre, que atemorizó por su parte toda la gente de Sevilla, juzgandose ya en el vltimo, final dia del juyzio”.

Fue tal la fuerza del seísmo, que según el pergamino “se vio la Torre de la Sancta Iglesia Mayor removerse, y temblar de tal manera, que de suyo cinco, y mas vezes se tañeros las Campanas […] Y romperse, y abrirse tambien por medio las Peñas, y las Breñas exalando de si vn vapor muy espesso todo mezclado con ceniza, que dexava encenizados los arboles, y toda la tierra. Y que fue tal la tempestad, y grandes lluvias, que rebalsaron las Villas Carmona, Cantillana, Villanueva, y Lora. Cuyas Fortalezas, y mayores edificios se rompieron, hiriendo, y matando mucha gente…”.

Los sevillanos huyeron, pues, al campo y despoblados, dejando en sus casas oro y plata, según el texto que cita Morgado, debido al pánico que tenían por lo que interpretaban como la llegada del fin del mundo.
Meses más tarde, otro terremoto sacudió la zona, y también fue registrado por el cronista en dicho pergamino: “Tambien en dia Viernes veynte y vno del mes de Iunio del mismo año, como a las onze de la noche tembló otra vez la tierra, y por tres, o quatro vezes se estremecio terriblemente, y aunque este segundo Temblor no hizo el estrago, ni derribó los edificios de Sevilla, como la vez primera, a lo menos renovó, y refrescó de tal manera el no bien asegurado temor de lo pasado, que todas las gentes de Sevilla temiendo les amenazava otro semejante Terremoto, turbadas, escandalizadas, y llenas de pavor, ocurrieron en aquella hora de media noche a los Templos. Adonde con humildes oraciones clamaban a Dios, implorando su divino auxilio”.

Finaliza el cronista diciendo: “Muchos uvo, que antes que sucediesse este terrible Terremoto, lo anunciaron. Empero (dize este testimonio) lo que dexamos referido, es lo que todos vimos, y sentimos”.

Es sabido que todos estos fenómenos naturales de causas desconocidas (en esa época lo eran), además del miedo, generaban malos presagios. Este caso no fue una excepción, pues relata Morgado que el terremoto “conforme al juyzio de los mejores Astrologos, pronosticava muerte, y fallecimiento de algun Principe Christianissimo”. Hoy contamos con más conocimientos, y sabemos que esto no es así… aunque justo es decir que el 26 de noviembre ese mismo año (1504) en la ciudad de Medina del Campo, la reina Isabel “La Católica” fallecía a los 55 años… Un dato, al menos, curioso…

(Se ha respetado fielmente el castellano utilizado en el texto.)