lunes, 16 de agosto de 2010

El amor es más fuerte

Puede decirse sin ningún tipo de duda que Romeo y Julieta es la historia de amor por antonomasia. Las desventuras de los "amantes de Verona" se replicaron desde su publicación millones de veces, dando a luz a los relatos más variados. Los jóvenes que desafiaron los mandatos de dos familias enfrentadas a muerte (los Montesco y los Capuleto) para poder construir su propia historia fueron tomados como base de cuanta novela se publicó en todos los rincones del mundo.
Sin embargo, y a pesar de lo que al menos yo suponía, la obra de teatro de William Shakespeare no es original. Leyendo Las Metamorfosis, de Ovidio, encontré un mito que bien podría haber dado inicio a la historia de estos amantes que pagaron con su vida la desobediencia al poder impuesto. Cuenta el poeta latino Publio Ovidio Nason: "Píramo y Tisbe, el uno el más bello de los jóvenes; la otra, la más admirada de las doncellas que el Oriente tuvo, vivían en unas casas contiguas [...] los dos se abrasaron en una misma pasión que se apoderó de sus corazones, cosa que los padres no pudieron impedir". Cuenta el mito que se dividió la ciudad con una pared para evitar que los jóvenes se vieran, se hablaran, se amaran. Cierto día, Píramo y Tisbe descubren una ligera grieta en el muro, y por allí comenzaron a comunicarse. "Entonces, con un pequeño susurro deciden que en el silencio de la noche intentarán burlar a los guardianes y salir por las puertas y, luego de hallarse fuera de sus casas, abandonar también la ciudad". Sale primero Tisbe, ocultando su rostro, y llega antes de tiempo al punto de encuentro que habían fijado. La doncella de Babilonia ve entre las tinieblas de la noche una leona "con sus fauces espumeantes, teñidas aún con la sangre de los bueyes que acababa de devorar". La joven decide ponerse a salvo, y huye a ocultarse, pero pierde en su camino el velo con el que se cubrió para no ser reconocida. El animal encuentra el velo, y lo desgarra con su boca ensangrentada. Cuando llega Píramo, ve las huellas del felino y el velo ensangrentado, y sumido en el dolor de la pérdida que cree que ha sufrido, promete: "La misma noche será la muerte de los dos enamorados"... toma el velo y debajo del árbol donde debían encontrarse, dice "recibe ahora también mi sangre que sacará mi mano", y se hunde en un costado un hierro. Tisbe regresa, y encuentra a su amado muerto, llora y decide seguir los pasos de Píramo, y bajo el árbol se lamenta: "¡Oh! Desdichado. Tu mano y el amor te han matado. Yo tengo también una mano fuerte para esto y un amor. [...] Y tu, árbol, que cubres con tus ramas el infortunado cuerpo de uno, aunque pronto cubrirás los dos, conserva las señales de nuestra muerte, produce ya siempre frutos oscuros en señal de duelo, para atestiguar que dos enamorados te rociaron con su sangre", y dicho esto se quita la vida. El mito cuenta así el origen del color de las moras, pues éste era el árbol en cuestión. Las coincidencias son muchas. Píramo y Tisbe rencarnan en Romeo y Julieta, y desde ese momento, gracias a la genial pluma del poeta inglés, se proyectan a través de los siglos, transformándose en iconos del amor profundo, capaz de vencer a la muerte. Píramo, Tisbe, la leona y el árbol de moras, en un fresco encontrado en la ciudad de Pompeya.

4 comentarios:

  1. buen blog. felicitaciones. buena iniciatiba
    Saludos. Ramiro

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  2. Reeeeeee lindo tioo !
    Muy lindo lo que escribiste! jaja
    te ama un montonnaso tu unica sobrina ! jajaa !

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  3. wow, q lindo despertarse un feriado, y releer algunas selecciones del trazo de Ovidio y encima anoticiarnos a través de Ricardo que mas alla del fino trazo de Shakespeare, en su emblématica, este tomó la idea original de La metamorfosis de Ovidio.
    gracias ricardo!!!!.
    martino

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  4. Muy buena la info.
    Potter

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