viernes, 15 de octubre de 2010

Los otros mineros

El rescate de los 33 mineros que permanecieron atrapados a 700 metros de profundidad durante dos meses puso en boca de todos el tema de la minería.
El show mediático (casi proselitista) se destacó por la precisión milimétrica con la que se transmitió prácticamente 24 horas ininterrumpidas. Los mineros fueron saliendo de su largo encierro acicaladitos como quien participa de un reality, abrazaron al presidente, y el rating se disparaba a las nubes. El mundo estaba expectante, con los ojos puestos en Copiapó, ciudad minera de la III Región, Chile.
Sin embargo, la actividad minera esconde un costado nada espectacular y más aberrante, que debería avergonzarnos como género humano: la explotación infantil en los trabajos de minas.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), un millón y medio de niños y adolescentes trabajan en la minería artesanal, expuestos a riesgos tales como explosiones, derrumbes, silicosis (enfermedad típica de la minería provocada por la aspiración del polvo de sílice), intoxicación con sustancias como mercurio, cianuro, dióxido de azufre, etc.
Los niños comienzan a trabajar en al actividad minera informal a los 6 años, debido a que los ayuda su tamaño. Según el informe "Niños que trabajan en la minería artesanal de oro en el Perú" (publicado por el Programa para al erradicación del trabajo infantil de la OIT), "los niños apoyan al padre extrayendo el mineral de los socavones, que son reducidas galerías de 90 cm de altura". Además, el informe citado denuncia que las autoridades "invisibilizan" el trabajo infantil, al cual en el mejor de los casos califican como "ayuda eventual".
Guillermo Dema, coordinador subregional del Programa mencionado, explicó que "América Central no es ajena a este problema. En Guatemala, niños y niñas han sido detectados, en canteras, arrastrando cargas pesadas, respirando partículas contaminantes y utilizando peligrosas herramientas y equipos para el triturado de piedras y minerales. Mientras que en países como Nicaragua, por ejemplo, se observan confinados en la oscuridad de estrechos túneles niños, niñas y adolescentes que laboran largas jornadas expuestos a graves accidentes que afectan su seguridad y su salud".
Por su parte, el portal Kindernothilfe cuenta la historia de Miguel (un niño que trabaja en las minas de Cerro Rico, Bolivia). Desde sus adultos 11 años, el pequeño relata que "la temperatura en los túneles alcanza casi 40 grados, a veces no puedo respirar". Cuenta también que su colación son dos rodajas de pan y una botella de agua para racionar a lo largo de las diez horas de trabajo diario.
Obviamente, América Latina no es territorio exclusivo de la explotación infantil. Y en lo que se refiere a la minería, las excavaciones de oro en Costa de Marfil, las minas en Nepal, la búsqueda de piedras preciosas en Tanzania, las canteras de piedra en la India y de carbón en Mongolia son sólo unos pocos ejemplos de lugares donde la explotación minera infantil se desarrolla día a día, mientras el mundo mira expectante a los 33 héroes de la mina San José (Chile).
Como muestra de la peligrosidad de esta actividad, se puede remarcar que ayer estalló una mina de carbón en China y se produjo un derrumbe en una de Ecuador. El diario español El País revela que "alrededor de 3.000 trabajadores mueren por año (unas 60 por semana) en las minas chinas...". En principio, los mineros chinos no tuvieron tanta "suerte" como los chilenos, pues se habla de al menos 20 víctimas fatales, y de los ecuatorianos se esperan aún señales de vida... la incógnita a revelar es: ¿habrá habido niños trabajando en estos lugares?

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