jueves, 25 de julio de 2013

Las batallas de Edison

Se lo conoce como el inventor más prolífico de toda la historia, y hasta podríamos decir que Thomas Alva Edison es el "inventor de las ideas", pues la lamparita es sinónimo gráfico de ellas. Su vida estuvo dedicada a la investigación pero también tuvo que ocuparse de problemas más mundanos, pelear por sus creaciones, luchar con su ego.
Por cierto que una batalla no se lleva a cabo en soledad, se precisa un contrincante (o varios), y si es posible algún aliado. Edison los tuvo: los conocemos asociados al mundo de las finanzas y la industria petrolera, se trata de J. P. Morgan y John Rockefeller, quienes a fines del siglo XIX se enfrentaron por el negocio de la electricidad, que podría ser súper exitoso o hundir a quien confiara en la peor de las bancarrotas (la que está acompañada por el ridículo).
Es en diciembre de 1879 cuando un joven Thomas Alva Edison ilumina (por primera vez públicamente) su laboratorio con energía eléctrica. A partir de allí, cambiaría la historia de la humanidad. Cabe señalar que muchos discrepan con la idea de que Edison fuese el inventor de la lamparita eléctrica incandescente, y mencionan otros nombres tales como Warren de la Rue, Joseph Swan y Humphry Davy.
Una vez presentado el laboratorio iluminado, era tiempo de encontrar inversores que quisieran hacerse cargo de financiar el desarrollo masivo del sistema que acababa de dejar boquiabierta a la sociedad norteamericana. La idea era “electrificar” Nueva York. El joven banquero J. P. Morgan aceptó el desafío, y contra lo que le aconsejaba su padre, invirtió en la idea (en 1880 formarían la Edison General Electric).
Por su parte, el petrolero John Rockefeller fue un acérrimo detractor del sistema que proponía Edison, no porque no creyese en él, sino porque era quien se encargaba de suministrar el aceite y el gas con que se alimentaban las lámparas. Un ataque certero a su prolífica economía.
Es sabido que todo invento que mejore la vida es recibido con entusiasmo por sus beneficiarios, y sin duda, la idea de iluminar un ambiente con solo apretar un botón, lo era. Pero también es cierto que lo nuevo genera temor, y cualquier noticia que demostrara la nocividad del invento prendería en la sociedad de la época sin mucho esfuerzo. Es por eso que Rockefeller comenzaría una lenta pero por momentos exitosa campaña de desprestigio del sistema propuesto por el pluriinventor. Para ello se encargaba de publicar en los periódicos el lado negativo de la manipulación de la electricidad: las muertes por electrocución.
Thomas Alva Edison
No era ésta la única guerra que debía enfrentar Edison, pues un empleado de su laboratorio, Nicholai Tesla, le abriría un nuevo frente de batalla… Edison trabajó con el sistema de corriente continua (DC), cuya desventaja más notoria era la transmisibilidad, en cambio, Tesla había desarrollado motores que trabajaban con corriente alterna (AC), y cansado del desprecio de su idea por parte de Edison, decidió renunciar y conseguir su propio inversor. El industrial George Westinghouse fue quien aceptó el desafío.
Comenzaba la denominada “guerra de corrientes”, y quien saldría más herido sería Edison. Otro empleado de su laboratorio, Harold Brown, había investigado la electrocución, y había desarrollado un elemento de castigo que funcionaba con corriente alterna: la silla eléctrica. En un intento por desprestigiar a Tesla, Edison apoyó el proyecto (es por esta razón que se le adjudica a él también erróneamente este invento) ya que suponía que al utilizar el sistema de corriente ideado por Tesla, éste quedaría unido a la silla de la muerte. Sin embargo, las cosas no resultaron como él pretendía, y luego de la primera ejecución, la imagen de Edison (que había apoyado el proyecto) cayó en picada.
El directorio de la Edison General Electric decidió remover el nombre del inventor de su denominación como para no unir la suerte de la empresa a la imagen negativa que afrontaba su alma máter. Rockefeller no pudo ir contra el progreso, pero tampoco (justo es decirlo) le fue mal con sus negocios. La batalla de las corrientes finalizó con éxito para Tesla, pues Westinghouse presentaba mejores presupuestos para el desarrollo de los trabajos… Sin embargo, quien pasaría a la historia sería Edison que continuó creando, y patentando inventos, y hoy su nombre nos resulta moneda corriente.




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