lunes, 11 de marzo de 2013

El Cónclave más largo de la historia


En las próximas horas se iniciará el Cónclave que elegirá al próximo sumo pontífice, cabeza de la Iglesia Católica.
Según puede leerse en la prensa, parece estar todo milimétricamente organizado, y hasta se supone que no existirá Sede Vacante más allá del próximo fin de semana. Sin embargo, no siempre fue así.
Tras la muerte de Clemente IV en 1268, los encargados de elegir a su sucesor se reunieron en el Palacio Episcopal de Viterbo. Las internas y las luchas políticas (principalmente entre Francia y algunos reinos italianos, y las propias intestinas del catolicismo) convertirían a esta elección en la más larga de la historia… duró 34 meses.
En aquella época, los encargados de votar no tenían obligación de recluirse durante el período de elección. Fue al ver que el tiempo pasaba y no se llegaba a una decisión, que los magistrados de la ciudad encerraron a los cardenales para evitar que se distrajeran con otras tareas. Y a partir de ese momento, sería una práctica habitual que le terminaría dando nombre a las reuniones de cardenales: cónclave (del latín “con llave”).
Pero esta medida tampoco surtió efecto, y pasados unos meses los magistrados fueron por más: le destrozaron el techo al recinto del palacio episcopal donde se encontraban los sacerdotes, para que las inclemencias del tiempo aportaran la premura que les faltaba, y por si fuera poco, les racionaron los alimentos. Paralelamente, los reyes de Sicilia y Francia llegaron a un acuerdo por el que se decidió que el número de electores debía reducirse aun más (ya tres habían muerto por causas naturales durante esos años), entonces los cardenales reunidos designaron a seis representantes que serían los encargados de elegir al nuevo pontífice.
Gregorio X.
Al fin, el 1 de septiembre de 1271 se designa a Teobaldo Visconti como nuevo Papa (el 184°)… lo curioso es que Visconti era arcediano de Lieja. Sí, tres años reunidos y el elegido ni siquiera era sacerdote, pues un arcediano es un ministro de la iglesia de grado segundo en dignidad, inmediato al sacerdocio. Visconti se encontraba en Oriente (en la actual ciudad de Acre) participando de una peregrinación a Tierra Santa, por lo que llegó a Viterbo recién en febrero de 1272. Tuvo que ser ordenado sacerdote, y aceptó la dignidad de cabeza de la Iglesia con el nombre de Gregorio X.
Durante su papado (1272-1276), logró una efímera unión entre la iglesia de Oriente y Occidente, mediante el II Concilio de Lyon.
Este “cónclave” fue el puntapié inicial a las regulaciones que se fueron imponiendo hasta nuestros días para elegir al sucesor de san Pedro, con el fin de evitar dilaciones como las de aquella elección en la Edad Media.




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